Así lo narra Antonio Carmona Noguera en su libro "Las raíces de Zarandona" en un escrito que recopilamos a continuación.
1.936 - "En este año San Félix fue salvado de la quema gracias al amor y veneración que Francisco Carmona Gómez, mi padre, le tenía.

Ya en mi casa, mi padre les aseguraba que él no había visto ni guardado a San Félix, lo que ocasionó cierta discusión entre ellos: unos le decían que la sacase para quemarlo, otros que como no sabían cómo era, no lo podrían buscar. Lo cierto era que San Félix estaba en mi casa, escondido en una covacha, metido en un saco y colgado en el perchero con una percha de madera.
A pesar de la incertidumbre que tenían, los más listillos decidieron hacer un registro exhaustivo. La casa se llenó de gente que estaba alterada, muy violenta y agresiva; pero allí sucedió un milagro: estuvieron examinando el lugar donde estaba San Félix y sin embargo no lograron dar con él.
Después, mi padre lo sacó para ocultarlo nuevamente, esta vez debajo de unas haces de cañas que había detrás de la casa. Después lo pasó a un bancal lindante con las tierras de Pedro Pérez "El Camprani", debajo de unas zarzas que había en una regadera, envuelto en una manta retalera. Cuando acabó la contienda, mi padre lo sacó y lo entregó a Don José Alegría, quien lo llevo a restaurar al escultor Sánchez Lozano, desde entonces no ha sido restaurado."
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